Se define el aprendizaje como un proceso de cambio relativamente permanente en el comportamiento de una persona generado por la experiencia (Feldman, 2005). El propósito de los contenidos es, plasmar una concepción educativa, por ello, hay que partir de qué entendemos por educación y precisar cuáles son sus condiciones sociales, culturales y económicas, para hacer posible que los educandos desenvuelvan sus capacidades, se relacionen adecuadamente con el medio social e incorporen la cultura de su época y de su pueblo.
Por lo tanto, no se trata de reducir la importancia de los contenidos, sino de tener en cuenta que el aprendizaje que se pretende desarrollar precisa una estrecha relación entre los tres tipos de contenidos, favoreciendo así la interacción entre el aprendizaje conceptual, la adquisición de destrezas y el desarrollo de actitudes críticas ante cualquier área.